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Todo tiene dos asas, una por la que puede ser llevado y otra por la que no. Si tu hermano actúa injustamente no agarres el acto por el asa de que él actúa injustamente, pues esa es el asa por la que no puede ser llevado; agárralo por la otra, por la de que es tu hermano y se ha criado contigo; así lo agarrarás por el asa por la que puede ser llevado

Epicteto

Con frecuencia tenemos la oportunidad de ver las situaciones a las que nos enfrentamos desde diferentes puntos de vista, pero desgraciadamente nuestra falta de claridad mental, hace que a veces escojamos verlo desde el punto de vista equivocado.

Photo by Eric Ward on Unsplash
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Por ejemplo, en una discusión con un compañero de trabajo, nos podemos dejar llevar por la ira en lugar de buscar calma y tranquilidad. Una pareja que discute puede echarse en cara todo aquello que no le gusta del otro, o pueden decidir agradecer la vida que ha construido en común. Cuando el trabajo se pone cuesta arriba, puedo dejar llevarme por un pensamiento pesimista, o puedo decidir no quejarme y ponerme manos a la obra.

En definitiva, se trata de buscar la paz interior necesaria para actuar en lugar de reaccionar. Controlar las emociones, no para que no aparezcan, sino para que no nos arrollen como un rio desbocado.

Cada mañana que nos despertamos tenemos un nuevo día ante nosotros, el día de ayer pasó y no podemos recuperarlo, ni tampoco podemos cambiar lo que hicimos o dijimos, el día de mañana es incierto y está aún por llegar. Hoy es el único momento en el que podemos actuar y decidir quien queremos ser; esa persona que no presta atención al asa que escoge, de manera que una veces acierta y otras no, o esa otra persona que ha decidido coger la jarra siempre por el asa por la que puede ser llevada como nos dice Epicteto en la cita de hoy.