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Son las 7 de la mañana de un día cualquiera y comienza a sonar un despertador, entonces, de forma automática te giras, extiendes la mano y lo apagas. Después de un par de minutos coges tu móvil y aún en la cama, consultas tus mensajes de WhatsApp, emails e incluso echas un vistazo rápido a tus redes sociales para ver que es lo que te has perdido mientras dormías.

Photo by Ilyuza Mingazova on Unsplash
Photo by Ilyuza Mingazova on Unsplash

Pasados unos 10/15 minutos, te levantas de la cama y mientras te preparas un café, enciendes la televisión de la cocina y pones las noticias que se repiten en un bucle interminable. Además, con frecuencia tienes el móvil encima de la mesa y sigues consultando las diferentes aplicaciones que te ofrecen una posibilidad infinita de obtener información.

En el coche, de camino al trabajo, escuchas la radio, donde diversos tertulianos discuten sobre los asuntos de actualidad más importantes.

Para cuando comienzas tu jornada de trabajo, has estado expuesto a más información en un par de horas, de lo que una persona promedio, de hace unas pocas décadas, lo estaba en días o incluso semanas.

Vivimos en la era de información, y esto tiene innumerables ventajas, pero sino conseguimos encontrar un equilibrio, toda esa información se convierte en un ruido de fondo que envuelve nuestra mente y condiciona nuestras vidas.

Todas las grandes corrientes filosóficas y religiosas, cómo el estoicismo, epicúreos, cristianismo, budismo, hinduismo, …. nos hablan de encontrar la paz interior cómo herramienta para ser más felices y llevar una vida más equilibrada.

Cuanto más cerca esté un hombre de una mente calmada, más cerca estará de su fuerza

Marco Aurelio

Los estoicos, a ese estado de paz, que nos permite permanecer tranquilos aún en las situaciones más difíciles, lo llaman ATARAXIA, y cómo explica Ryan Holiday en su libro la quietud es la clave, este estado mental, es la llave para poder enfocarnos en los aspectos realmente importantes de nuestra vida.

Debemos reducir todo ese ruido de fondo en el que estamos inmersos cada día y buscar pequeñas islas de tranquilidad, en la que podamos detener nuestros pensamientos y estar presentes, reconectando con nosotros mismos. Esto, podemos conseguirlo mediante la meditación, el deporte, un paseo por un sitio tranquilo, leyendo un libro en la cama, etc…

Un último consejo para conseguir ese estado mental mientras realizamos cualquier tarea, es centrarnos en el proceso y no en el resultado. Concéntrate en lo que estés haciendo en cada momento, despeja tu mente de todo lo demás y recuerda que con frecuencia lo importante es el viaje y no el destino.