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Todos somos viajeros en el tiempo. Cuando no nos gusta nuestra situación actual, nos refugiamos en el pasado o nos proyectamos al futuro, por lo tanto estos viajes pueden ser de dos tipos:

  • Viajes al pasado
  • Viajes al futuro

Cuando nuestra mente viaje al pasado, a veces lo hace buscando recuerdos de situaciones en las que fuimos felices, o bien buscando recuerdos que reafirmen un diálogo interno pesimista del tipo absoluto, por ejemplo: siempre me sale todo mal, nunca consigo lo que quiero, etc..

En cambio, cuando viajamos mentalmente al futuro, lo que sucede es que proyectamos nuestra mente a un momento futuro en el que todo será como deseamos, o construimos un futuro que reafirme nuestro dialogo interno, por ejemplo: da igual lo que haga por que todo me saldrá mal, nunca tengo suerte, etc..

Estos dos tipos de viajes mentales, tienen en común que nos evaden del momento presente, que por otro lado es el único momento en el que podemos actuar, el pasado ya no nos pertenece y el futuro está por llegar y es incierto.

Aunque debieras vivir tres mil años y aún diez veces otros tantos, acuérdate siempre que no se pierde otra vida que la que se vive y que solo se vive la que se pierde. Así, la vida más larga y la más corta vienen a reducirse a lo mismo. El momento presente que se vive es igual para todos; el que se pierde, lo es también, y este que se pierde llega a parecernos indivisible. Y es que no se pierde el pasado ni el futuro; pues aquello que no poseemos, ¿cómo podría arrebatársenos?

Marco Aurelio, Meditaciones 2,14

¿Quiere esto decir que no debamos rememorar el pasado o hacer planes futuros?, en absoluto. El pasado es una de nuestras principales fuentes de aprendizaje y de bienestar emocional. De hecho, nuestro cerebro viaja al pasado miles de veces cada día, ya que en cada situación nueva a la que nos enfrentemos, buscará en el pasado pistas de como debemos afrontarla. El riesgo está en que esos viajes al pasado, se conviertan en una forma de eludir el presente, y acabemos cayendo en la trampa de «cualquier tiempo pasado fue mejor».

En cuanto al futuro, sería imposible vivir nuestras vidas sin un mínimo de planificación. En el trabajo, en las vacaciones, la universidad, nuestra jubilación, etc.., en todas estas situaciones debemos viajar al futuro e intentar prever cómo será y en base a esas proyecciones decidir como actuar. Pero nuevamente, existe el riesgo de que esos viajes al futuro se conviertan en una especie de meta, en la que una vez alcanzada, conseguiremos la felicidad, por ejemplo: seré feliz cuándo lleguen las vacaciones, o cuando consiga ese nuevo trabajo, o me compre esa nueva casa, etc..

Photo by NeONBRAND on Unsplash
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Para los filósofos el presente es eterno, ya que nunca termina; nuestra vida, se compone de la suma de un momento presente detrás de otro, desgraciadamente muchos de esos momentos se pierden cómo los granos que caen en un reloj de arena, sin darnos cuentas de por insignificantes que sea, cada grano es irrecuperable.

Debemos buscar anclajes en el momento presente, sin renunciar a nuestros viajes en el tiempo. El presente es aquí y ahora, y es el único momento en el que suceden las cosas. Ejercita tu capacidad de sentir cada momento. Para ello existen varias herramientas muy sencillas de aplicar. entre otras:

  • Céntrate en la tarea que estés realizando, mantén alerta tu mente, y tan pronto cómo notes que te distraes con otro pensamiento, vuelve a la tarea, veras como con el tiempo, cada vez tienes menos necesidad de estar alerta
  • Cuando tu mente se evada del momento actual, repite mentalmente o en voz alta una frase en la que recuerdes que haces y por qué lo haces, así por ejemplo, imagina que estas dando un paseo y de pronto empiezas a pensar en lo que tendrás que hacer mañana, o en algún asunto del trabajo, entonces, en cuanto te das cuenta te dices: estoy paseando y noto la brisa en mi piel, oigo el ruido del tráfico al pasar… de esta manera tu cerebro vuelve al momento actual
  • Practica meditación. Está científicamente probado, que la meditación nos ancla al presente y nos hace menos evasivos de las situaciones que no nos gustan
  • Usa la respiración como anclaje. Cada vez que lo necesites, realiza tres respiraciones profundas, te devolverán la tranquilidad y te traerán al momento presente