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La dicotomía del control es para mí uno de los conceptos más potentes sobre el que nos hablan diferentes autores estoicos. Flavio Arriano, quien fue alumno de Epicteto (55 – 135 D.C.), en su Manual y en las Disertaciones, en los que nos traslada las enseñanzas de su maestro, nos dice que Epicteto insistía en que debemos distinguir entre lo que depende de nosotros y lo que no. Hacer depender nuestro bienestar de aquello que no controlamos es una fuente de ansiedad e insatisfacción.

Según Epicteto, aquello que está bajo nuestro control, son nuestras interpretaciones y nuestras acciones. Si creemos que nuestra felicidad estará en aquello que no controlamos, será cómo ponerla en manos de la suerte.

En la vida, nuestro primer trabajo es dividir y distinguir las cosas en dos categorías: las circunstancias externas que no puedo controlar, y las decisiones que tomo respecto a ellas y que tengo bajo mi control

Epicteto

Cicerón ilustró este concepto mediante la metáfora del arquero del que ya hablé en la entrada del blog el arquero de Cicerón

Llevar este concepto a la práctica es extremadamente sencillo. En primer lugar, cuando nos planteamos un objetivo o una meta, debemos identificar aquellos factores que pueden influir en el resultado, distinguiendo aquellos que podemos controlar, de los que no.

Una vez hecho este análisis, debemos enfocarnos en aquello que podemos controlar, dedicando nuestros mayores recursos a establecer un plan de acción que nos conduzca hacia el objetivo. Respecto de aquello que no controlamos, siempre que podamos, debemos establecer acciones de contención para minimizar los resultados negativos que puedan provocar.

Photo by dylan nolte on Unsplash
Photo by dylan nolte on Unsplash

Un ejemplo muy sencillo sería el de la salud. Supongamos que nuestro objetivo es mejorar nuestro estado de salud general. Entre otros factores, la salud depende de nuestra alimentación, actividad física o niveles de estrés a los que estoy sometido. Por contra, el contraer una enfermedad es algo que merma nuestra salud y que al menos de forma directa no está bajo nuestro control.

En nuestro ejemplo, los factores que podemos controlar serían la alimentación y el ejercicio. En nuestra mano está mejorar lo que comemos y el hacer más ejercicio, ambas acciones con toda seguridad mejorarán nuestra salud.

En cuanto al estrés, podemos establecer acciones de contención para reducirlo a niveles aceptables, mediante prácticas cómo la meditación, técnicas de respiración e incluso aumentando nuestra actividad física.

Por último, las enfermedades, en determinados casos están fuera de nuestro control, pero también podemos establecer acciones para minimizar su riesgo tales cómo las vacunas, controles periódicos, más ejercicio, menos alcohol….